Ayer, aprovechando el buen tiempo general de todo el país, y no dando crédito a la suerte que tenemos por rodar con sol y calor en esta tierra, por estas fechas, nos fuimos a Tolosa.
Aprovechamos para ir por la antigua carretera que va a Donostia. Mare meua, ¡qué preciosidad y qué cantidad de curvas!
Hace años tendría que ser un suplicio ir a la playa por ahí...
Depués de Irurzum, cogimos un tramos de autovía, pasando entre las Peñas de las dos Hermanas, y en Lekumberri ya cogimos la carretera.
Hay que ver qué raro está este año, los hayedos están empezando a colorearse de naranja, cuando ya deberían estar rojos completamente.
Esta carretera tiene tramos muy revirados y oscuros, con claros deslumbrantes y pavimento húmedo por la frondosidad del bosque. En invierno tiene que ser peligroso ir sobre dos ruedas...
Pero ahora, que aunque estaba fresco a primera hora, fue calentando según pasaban las horas y se convirtió en una ruta de lujo. Esta tierra me tiene enamorado. Lástima de meteorología...
Después de parar en Tolosa y hacer un poco de turismo nos dirigimos a Leitza. Otra carretera maravillosa.
Íbamos buscando un sitio donde parar a comer los bocatas que llevábamos y justo antes de llegar a Leitza, nos topamos con un maravilloso merendero al pie de un riachuelo. Mejor imposible.
Después de unos cafés en Leitza, vuelta a Pamplona por carretera. O eso pensábamos, ya que en un momento no había alternativa y nos escupió a la atuovía. Pero con obstinación nos salimos en Lekumberri y conseguimos enchufar otra vez la vieja carretera a Irurzum.
Una pasada.